¿Es necesaria una categoría 6 para huracanes?

Apareció en Planeteando

La semana pasada se publicaron, en la revista de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, dos piezas que introducen la idea de agregar una categoría 6 a la escala Saffir-Simpson de intensidad de los huracanes[1]. El título de los dos artículos es muy llamativo y alarmante (“La creciente ineptitud de una escala abierta de vientos huracanados en un mundo en calentamiento”, un trabajo de investigación revisado por pares de Wehner y Kossin [1] y “Los huracanes de categoría 6 ya están aquí”, una pieza de opinión del Dr. Michael E. Mann [2]), lo que hizo que la noticia fuera recogida por muchos medios de comunicación de todo el mundo (por ejemplo, Aristegui Noticias y CNN en español). Por la importancia de atacar la crisis climática global, es entendible y aplaudible que los medios masivos de comunicación hagan eco de estudios científicos sobre los riesgos asociados al clima. Pero entre tanto alboroto es necesario tomar un paso atrás para ver en qué contexto se emite y qué problemas podría resolver esta propuesta.

La escala Saffir-Simpson es utilizada por los servicios meteorológicos para comunicar el peligro que representa un huracán debido a sus vientos. A mayor rapidez de los vientos, mayor categoría. Las categorías van desde 1 (vientos entre 119 km/h y 153 m/s) a la categoría 5 (vientos mayores a 251 km/h). Actualmente no hay una categoría más alta que la 5, pues se considera que vientos cercanos a los 251 km/h representan un riesgo total de destrucción de las construcciones y pérdida de vida (una situación catastrófica). Aunque es una herramienta muy útil, la escala Saffir-Simpson no es perfecta. Entre sus debilidades destaca basarse solamente en la velocidad del viento, sin tomar en cuenta peligros debidos al agua (por ejemplo, lluvia y aumento en la marea), que son las principales causas de muertes y daños causadas por huracanes[2]. De entrada, no parece que agregar una nueva categoría 6 ayude a subsanar esta u otras debilidades, pero quizás ese no sea el objetivo de la propuesta. Veamos qué dicen los artículos.

El artículo de Wehner y Kossin contesta la pregunta “¿qué estaríamos observando si existiera una categoría 6 que comenzara a los vientos de 309 km/h?”. Los autores utilizan datos de observaciones de huracanes, además de simulaciones climáticas para concluir, entre otras cosas que: 1.- De todos los huracanes de los que se tienen registros confiables, todos los que entrarían en la categoría 6 ocurrieron en la última década (los datos lo corroboran, pero el registro es muy corto para hacer inferencias en escalas de tiempo relevantes al clima). 2.- El número de días con las condiciones climáticas adecuadas para sustentar huracanes de categoría 6 se ha triplicado si comparamos los periodos 1979-1998 y 1999-2018, y 3.- Es muy poco probable que este aumento se hubiera observado de no ser por el calentamiento global causado por las emisiones de gases de efecto invernadero desde la revolución industrial.

Los argumentos para concluir los puntos 2 y 3 parecen ser robustos y tienen una base teórica sólida en el modelo de la intensidad potencial de los huracanes, desarrollado por Kerry Emanuel hace algunas décadas. Esta conceptualización es la más sencilla que tenemos para entender la máxima intensidad que un huracán podría alcanzar dado un clima. Según ella, la máxima intensidad que podrían obtener los huracanes está dada por la diferencia entre la temperatura de la superficie del océano (caliente), y la de la atmósfera a unos 15 km de altura (fría). Esta relación implica que al aumentar la temperatura del océano (por ejemplo por el calentamiento global), la máxima intensidad posible para un huracán debe aumentar (si todos los otros factores se mantienen sin cambio).

En resumen, Wehner y Kossin usan una hipotética categoría 6 como herramienta para mostrar claramente que la distribución de intensidades (qué tantos huracanes son muy intensos, qué tantos son poco intensos y qué tan intensos son), está cambiando por el cambio climático, pero no llegan a proponer firmemente su inclusión en la escala Saffir-Simpson.

Por otro lado, la pieza de Mann recoge estos resultados para fortalecer su propuesta de introducir la categoría 6. Aunque Mann reconoce que esta propuesta no subsanaría algunas debilidades de la escala Saffir-Simpson, también sostiene que algunas de las objeciones son obsoletas en el nuevo clima. Por ejemplo, dice, las regulaciones y la tecnología de construcción han mejorado desde que se creó la escala (los años 70), por lo que los vientos que antes eran totalmente destructivos quizás ya no lo sean ahora. Según este argumento, la nueva categoría 6 comprendería a los huracanes que actualmente podrían resultar catastróficos. Pero el argumento principal de Mann parece ser que al agregar una categoría a la escala Saffir-Simpson, se está mandando un mensaje sobre la importancia de atender el cambio climático. En concreto, Mann dice algo así como “Desde el punto de vista de política pública, es absolutamente crítico que el público y los creadores de las políticas públicas entiendan el aumento en las amenazas costeras causado por huracanes cada vez más intensos, dañinos y mortíferos”.

Entonces, ambos artículos llaman la atención sobre cómo el riesgo por huracanes está cambiando debido al cambio climático antropogénico. ¿Hay argumentos para sostener esto? Por supuesto, como este y muchos otros artículos muestran. Es urgente que las personas con poder de decisiones, especialmente en cuestión de regulación y de política pública lo entiendan. Por otro lado ¿Es la escala Saffir-Simpson la herramienta adecuada para llevar este mensaje? En mi opinión no lo es, pero es una discusión que vale la pena tener.

Al final, la discusión sobre la adición de una nueva categoría es más bien una discusión sobre la comunicación del riesgo durante eventos de peligro. La escala Saffir-Simpson sirve principalmente para calibrar la respuesta de los organismos de protección civil durante la llegada a tierra de un huracán y para ayudar a la gente a tomar decisiones prontas. En este contexto, ¿es necesario agregar una nueva categoría? ¿Hay personas que no toman acciones decisivas al escuchar que se aproxima un huracán categoría 5 pero que sí lo harían si existe una amenaza categoría 6? ¿La existencia de una categoría 6 disminuiría la percepción de lo riesgosos que son un huracán categoría 4 o un categoría 5? Considerando estos puntos, yo dudo que una categoría 6 sea necesaria. Sin embargo, las personas más capacitadas para contestar son los científicos sociales, los comunicólogos, los especialistas en protección civil y la gente que estudia la actuación de las personas ante un riesgo inminente.

[1] Formalmente, sólo usamos el término huracán para los ciclones tropicales más intensos. Por practicidad, aquí uso el término huracán para todos los ciclones tropicales.
[2] El caso de Otis (2023) en México es particular porque en este huracán casi todo el daño fue por viento pero esto no es la norma.
Referencias:

[1] Wehner, M. F., & Kossin, J. P. (2024). The growing inadequacy of an open-ended Saffir–Simpson hurricane wind scale in a warming world. Proceedings of the National Academy of Sciences, 121(7), e2308901121. https://doi.org/10.1073/pnas.2308901121

[2] Mann, M. E. (2024). Cat 6 hurricanes have arrived. Proceedings of the National Academy of Sciences, 121(7), e2322597121. https://doi.org/10.1073/pnas.2322597121

[3] National Hurricane Center, N. (2021). The Saffir-Simpson Hurricane Wind Scale. Recuperado el 12 de febrero de 2024, from https://doi.org/10.1073/pnas.2322597121